El descenso a los infiernos

El icono significa lo que canta la mañana del Gran Sábado en la liturgia oriental: «Bajaste a la tierra para salvar a Adán, pero no encontrándolo en la tierra, oh, Señor, fuiste a buscarlo en el inframundo». El amor se ha dado libre y totalmente para ir en busca de la oveja perdida; Él ha descendido a las profundidades del inframundo para arrebatar a los hombres la esclavitud del pecado y la muerte, y para llevar a toda la humanidad al salón de bodas, en el Paraíso.

Veremos algunos detalles que nos prepararán para recibir toda la teología de este icono.

Lo primero que notamos es a Jesucristo que está en el centro con vestidos como de oro, un dorado intenso que ilumina los rostros de todos los que se encuentran cerca de Él, lo cual significa que ha vencido la muerte, Él trae la luz en medio de una oscuridad profunda. Él ha roto las puertas del infierno como lo observamos en la parte inferior, donde también se encuentran las tumbas de los que han muerto, todo ello dentro de lo que parece ser un agujero o una cueva negra que simboliza la boca de la ballena que se trago a Jonás y que lo retuvo por tres días.

Este Cristo está descendiendo, así lo muestran sus vestidos elevados y su postura inclinada hacia Adán que representa a toda la humanidad pecadora, y del otro lado está Eva vestida de rojo, símbolo de la carne, que simboliza que ella es la madre de todos los vivientes, que quiere decir que todos hemos heredado el pecado original. Ella está con la mano cubierta, misma que alargó para tomar el fruto prohibido y que ahora ya no tiende más al pecado sino hacia Cristo.

A la izquierda está San Juan Bautista con las dos manos señalando a Jesús, indicando que Él es el cordero de Dios que quita el pecado del mundo; a la par Salomón y David que de igual manera señalan a Jesús que es de su mismo linaje, es decir la promesa cumplida al linaje de David, y más atrás con el gorrito típico de Babilonia está el profeta Daniel que vivió el exilio.

Del lado derecho tenemos a Moisés con las tablas de la ley, a su costado se encuentra Abraham, y más hacia afuera se encuentra Noé con un vestido de colores que nos recuerda el arcoíris signo de la alianza de Yahvé con nosotros los hombres. Más atrás están los tres jóvenes que alababan a Dios en el horno.

Nos falta un personaje que está un poco escondido del lado izquierdo, apenas se le ve la mirada, ese eres tú y soy yo que estamos mirando este icono, pero más que mirando, estamos dentro porque es lo que ha hecho Cristo con nosotros rescatarnos del infierno en el que nos encontrábamos, por eso Kiko quiso representarlo como solo los ojos.

Por último, notamos tres círculos que están acompañando a Jesucristo. Decimos que Cristo ha cruzado la muerte, simbolizado por el círculo negro, y ahora, traspasándola con su resurrección llega hasta nuestra realidad terrenal que es el segundo círculo nos trasciende al cielo, representado por el círculo más claro. De esta forma se apodera de Adán y lo atrae hacia sí mismo.